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Samuel Blackwell

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Mensaje por Pep8 Jue Dic 14, 2017 10:08 pm

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Nombre: Samuel Blackwell.
Clase: Paladin
Alineamiento: Neutral-Bueno.

Capitulo 1: Familia.

Samuel nació en Lordaeron, su madre era nodriza en un orfanato y su padre era un comerciante que usualmente hacia intercambios con la familia Tyran. Sam no estaba solo, había un integrante en la familia antes que él quien era su hermano mayor Hanns, aprendiz de la familia Tyran.

Samuel crecía y jugaba con otros niños, se divertía y aprendía con su madre la cual cuido siempre muy de cerca a Sam y Hanns, mientras que su padre se encargaba de los negocios que iba montando con el tiempo.

Samuel recuerda como una de las hijas de la familia Tyran se acercaba a jugar con él, su nombre era Sarah quien era de su misma edad, algo más alta que él con su pelo pelirrojo y quien le acompañaba siempre era su hermana mayor Amanda algo más pequeña que su hermano mayor, de color pelirrojo y un cuerpo ejemplar a una dama, su cara esta remarcada como si fuese un lienzo que valdría todo el oro que hubiese en el mundo. Su hermano y Amanda parecían una pareja, uno terminaba la frase del otro constantemente como si estuviesen conectados de alguna manera, mientras que Samuel y Sarah leían leyendas o aventuras de grandes guerreros.

Cuando Samuel cumplió los quince años el padre de Sarah y Amanda lo llevaba con él a cazar y que si en algún momento se perdía en pleno bosque pudiese sobrevivir alimentándose de bayas y animales cazándolos, en un principio no era muy bueno con el arco, pero tras entrenar y salir todos los días junto a Hanns  aprendió poco a poco a cazar y sobrevivir. Algo que le vendría bien tanto a él como a su hermano en el futuro próximo.

Un día cualquiera a las afueras de Lordaeron Samuel, Hanns estaban cazando, Samuel se dedicaba a cazar conejos, Hanns lobos o animales de ese calibre; tras terminar de cazar, Samuel desolló al conejo quitándole la poca piel que poseía y luego colocando en una bolsa su carne, Hanns había conseguido matar a dos lobos, que al no darle tiempo de desollarlos, los llevo a hombros hasta el pueblo.

Hanns – Bien hecho Sam.
Samuel – Gracias.
Hanns – ¿Has limpiado el cuchillo?
Samuel – Aja.

Ambos se dirigieron a casa con las pieles, mientras que los Tyran les esperaban junto a sus padres para una comida entre todos. Al llegar, dejaron los animales colgando para que la sangre cayese y entraron a su hogar, su madre les dio un abrazo y fueron arriba a cambiarse.

Samuel - ¿Cuando le pedirás la mano a Amanda? Ya estás tardando.
Hanns – Sam, el compromiso es algo importante que se tiene que ver con el tiempo.
Samuel – Pero tu gustas de ella, ¿o me equivoco?
Hanns – Si, gusto de ella, pero es más complicado de decir.
Samuel – Yo no lo entiendo, si gustas de una persona, lo ideal seria compartir todo lo que puedas con ella o él.
Hanns – Mn.

Ambos ya arreglados bajaron con la familia, todos se sentaron en la mesa, por supuesto Sam se sentó junto a Sarah y Hanns con Amanda, todos intuían que en algún momento le pediría la mano. De pronto se escucharon gritos de las afueras y todos se levantaron, Hanns cogió su arco y el padre Tyran su escopeta que llevaba siempre consigo.

Daniel Blackwell – Hanns, quedate con el resto, se que cuidaras de ellos.
Hanns – Pero padre, no puedo simplemente dejaros solos a vosotros.
Daniel Blackwell – ¿Y a ellos si?

Hanns regreso arriba con los demás, mientras que Daniel y el padre Tyran luchaban en el exterior, pasaron unas cuantas horas y terminaron cayendo ante las manos de la plaga, quienes los llevarían prisioneros a una edificación con otras familias y verían a su padre y madre ser torturados hasta la muerte.
Hanns y Sam lograron escapar quitándole las llaves a uno de los guardias, allí se encontraron con Amanda y Sarah, también las únicas supervivientes de lo que había pasado.

Hanns fue con el arco en mano cargado con una de su flechas, con su mochila en la espalda y velando por la seguridad de todos los que estaban con él mientras que Amanda y Sarah se cogían los vestidos para no dañarlos y Samuel con su arco de dimensiones menores a la de sus hermano fue cubriendo la parte de trasera. Al llegar a una zona lo suficientemente alejada de la ciudad para no escuchar los gritos pero lo suficientemente cerca para ver entre los arboles el humo que desprendia la ciudad.

Amanda - Es… Horrible – preocupada, asustada y con lagrimas recorriendo su rostro busca asilo en el pecho de Hanns siendo la única persona cercana que le queda.
Hanns - Si… - Mientras que con la mano derecha coge el arco y la flecha que posaba sobre ella, con la otra acaricia el pelo pelirrojo de Amanda mientras mira a los dos acompañantes.

El silencio se apodero un momento de todos los presentes. Hanns bajo la cabeza y tras rezar por los caídos, decidió subir la cabeza firme y mirar a los presentes con seguridad intentando transmitir dicho sentimiento.

Hanns - No podemos quedarnos. aquí, tenemos que seguir avanzando si no queremos que ellos nos atrapen. - aparta suavemente a Amanda y saca un mapa de su mochila en el que se representaban los estados de Reinos Del Este – Tenemos que llegar aquí – Marco con su dedo el pueblo más cercano, Alterac. Sabia que Gilneas no iba a abrir sus puertas y tras marcar el camino mas viable partieron hacia dicha dirección.
Sarah - ¿Strahnbrad?
Hanns - Es la única oportunidad que tenemos, pongo en duda que esta… mierda, solo haya afectado a Lordaeron, tenemos que movernos y es el lugar más cercano al que creo que no haya nada, aun así no estoy seguro y no quiero que por mi culpa… - Se pone triste y enfadado a la vez, mantiene el silencio un momento a la vista de todos y regresa a hablar – Gilneas no abrirá su muro para nosotros, lo único que se me ocurre es esta opción, allí podremos pensar con más calma.
Samuel - Si mi hermano dice eso, hagámosle caso

Todos asintieron, cogieron sus mochilas y empezaron a andar, no saliendo de la seguridad del bosque, la mayoría de necrofagos estarían rodeando la ciudad o dentro de la misma. Llegaron a la frontera que las separaría Claros de Tirisfal y Laderas de Trabalomas, era curioso ya que no había gente por esa zona pero el grupo no perdió la esperanza, pensaron que habían tomado el camino que iba a Tierras de la Peste o hacia Gilneas en un intento de salvarse, así que no pararon hasta llegar a Strahnbrad.

Hanns - Hay gente, pero debemos andarnos con ojo, no me fio de ellos.
Todos - Entendido

Al llegar se podía ver gente en la calle haciendo vida normal, la plaga no se había extendido hasta esa zona por el momento y todos suspiraron de alivio. Hanns bajo el arco aun sin fiarse demasiado de los pueblerinos que en ella habitaban, se sintió reacio a hablar con ellos casi ignorándolos mientras que los demás disfrutaban de llegar a un lugar seguro. Un hombre comerciante se percato del arco de Hanns, ofreciéndole un trato para comprárselo, ya que estaba decorado con los símbolos de la familia, concretamente un alce con cuernos que llegaban al cielo y dos lobos protegiéndole tallado en el arco, el hombre insistió varias veces pero Hanns se negaba una y otra vez hasta que el hombre se harto y se largo por donde había venido no sin antes murmurar maldiciones hacia Hanns.

Hanns - Esta gente es… - suspiraba aguantando sus palabras de odio hacia los residentes de Alterac.

Era de noche y hacia frio por lo que Hanns y su hermano tuvieron que cazar algunas pieles para venderlas a cambio de un lugar donde dormir, el plan funciono logrando cazar a un alce con la piel brillante.

Hanns - Al salir el alba nos largamos, espero que durmáis bien. - no le gustaba para nada ese pueblo y quería largarse cuanto antes, en su mente se repetía la palabra “Sur” varias veces mientras se cubría con las telas que servían como edredón
Samuel - Buenas noches.

Al día siguiente con el sol saliendo poco a poco fueron andando entre los arboles más al sur, tenían que hacer varias horas de viaje hasta llegar a humedales, Samuel y Sarah estaban exhaustos, Amanda no se quedaba atrás pero cada vez que veía la cara de Hanns, llena de una tristeza y odio a todo lo que había pasado no podía simplemente comportarse como una niña, aunque quisiese.

Sarah y Samuel - Hanns estoy cansado de tanto andar. - lo dijeron a la vez un par de veces.
Hanns - Ya falta poco para descansar. - sin embargo no dejaba ver su cansancio en el tono de voz, seguía andando a una velocidad rápida con miedo a que aquello que mato a su madre pudiese matar a aquellos que amaba y quería proteger.
Samuel - Pero llevamos caminando horas, Humedales no puede estar tan lejos. - contestaba a Hanns con cansancio y sueño.

De pronto un ruido entre los arbusto alerto a Hanns quien por un acto reflejo preparo su arco con una de sus flechas más punzantes haciendo un gesto para que todos se escondiesen, lo que no esperaban es que era un refugiado como ellos tratando de llegar a Dun Morogh.

Desconocido - Es bueno ver caras amigas – El hombre encapuchado vio como Hanns le apuntaba sin dudar. - O no tan amigas. - Subió sus brazos en forma de rendición.
Hanns - ¿Hay alguien más contigo?, si me mientes lo sabre. - se mostraba muy desconfiado ante cualquier persona que se acercase.
Desconocido - La verdad es que si, pero unos bandidos estaban cubriendo la frontera de Humedales y nos separamos en la lucha.
Hanns - No te creo.
Desconocido - No tienes porque, yo tampoco me fiaría de un extraño.

Samuel y Sarah estaban asustados y Amanda aguardo el silencio también desconfiada del hombre, pero vio como Hanns bajaba el arco poco a poco mostrándose más amigable con el hombre.

Desconocido - Supongo que ahora somos amigos. - Se quito la capucha dejando mostrar una barba larga, bien marcada con los adornos característico de los enanos.
Hanns - No me consideres tal, no daré mi vida o la de mis aliados por ti.
Desconocido - Vamos chico, no tienes que ser tan serio.

Hanns al ver como todos estaban cansados incluyéndose, decidieron hacer un campamento mientras el cazaba algo con el hombre misterioso Amanda, Sarah y Samuel se quedaron en el punto de encuentro preparándolo todo, haciendo una fogata para hacer la carne, preparando algunas cuerdas para dormir encima de los arboles, una idea que se le ocurrió a Samuel previniendo que los animales salvajes lograran alcanzarles mientras dormían, y aunque en un principio fue incomodo, era mejor que dormir cerca de peligros.


Desconocido - ¿Me vas a decir como te llamas chico?
Hanns - Me llamo Hanns. - No apartaba la vista del ciervo que se encontraba a unos metros de ellos, intentando hacer el menor ruido posible.
Desconocido/Gerd- Encantado, mi nombre es Gerd. - Miro al ciervo.
Hanns - Me alegro. - Soltó la flecha haciendo que el ciervo cayese muerto haciendo un ruido en los alrededores. - Volvamos ahora. - Fue donde el ciervo sin quitar la flecha del estomago para así prevenir el sangrado y fueron de nuevo al punto de encuentro.

Hanns y Gerd estaban de camino, se desplazaron unos cuantos minutos hasta una reserva donde habían varios ciervos por si no lograban cazar, cuando se aproximan escuchan un grito, era de Amanda y estaba pidiendo auxilio.

Hanns - No perderé a más seres queridos – empezó a correr a gran velocidad casi dejando atrás a Gerd.

Cuando llegan ven como hay seis bandidos, uno se encargaba de contener a Samuel y Sarah, y otro por Amanda, los demás miraban entre las mochilas por cosas útiles o valiosas. Antes de que Hanns hiciese algo estúpido le tapo la boca y le dijo algo al oído.

Gerd - Esos son quienes estaban en la frontera… Puede que sepan donde están mis camaradas. - Soltó a Hanns poco a poco.
Hanns - Maldición – Asiente con la cabeza.

Ambos se movieron entre los arbustos siguiendo a los bandidos intentando no ser oidos, algunas veces los bandidos veían a hacia atrás por el ruido que causaban pero el líder simplemente dijo que era normal que lo más probable fuese un animal en un tono burlón riéndose de sus esbirros, llegaron a una casa en pleno bosque, parecía con mucha gente debido al ruido que de ella provenía, casi parecía una taberna.

Gerd - Una taberna llena de victimas y bandidos, debe de ser una broma.
Hanns - No es una broma, y tampoco va a ser una broma el que yo clave una flecha entre ceja y ceja a quien haya tocado a mis acompañantes.

Ambos miraron a la taberna, en el exterior solo habían dos personas en la puerta, viendo hacia el camino más cercano, habían carruajes y varios caballos. Hanns preparo una flecha y Gerd desenfundaba su espada. Gerd tiro una piedra a uno de los arbustos que hizo que los guardias estuviesen en guardia y fuesen a ver que habia sido, cuando estaban lo suficientemente cerca, Gerd cogió a uno del cuello y con un golpe de gracia lo dejo inconsciente en el suelo, el otro quedo inconsciente gracias a que Hanns con una patada le fracturo la pierna.

Gerd - Buena chico.
Hanns - No hay tiempo para charlar.

Los dos movieron los cuerpos fuera de allí ocultándolos en unos arbustos y se acercaron a la parte de atrás mientras veían entre las ventanas a chicas sirviendo con una expresión de horror mientras que los bandidos bailaban y alzaban sus espadas. Entraron por atrás, estaban en la cocina y parece que los que servían allí estaban prisioneros de aquellos bandidos ya que hacían la vista gorda de su presencia, bajaron al sótano donde tenían a todos los prisioneros, pero faltaba alguien, Amanda.

Hanns - ¿Donde esta Amanda? - Mientras le quitaba la mordaza a su hermano y Sarah pregunto.
Samuel - Se la llevaron, no sabemos nada de ella.
Hanns - Maldición.

Gerd quito las mordazas a sus aliados.

Gerd - ¿Estáis bien?
Hombre de Gerd- Si señor, debemos buscar a la chica.

Samuel y Sarah se quedaron en el sótano mientras que los hombres de Gerd y Hanns subían por las escaleras, vieron a través de la ventanilla de la cocina, aprovecharon al ver que todos los hombres de allí estaban ebrios y vieron a su vez las armas apartadas en una esquina del comedor, aunque algunos de ellos portaban dagas para mantener a raya a las camareras.

Hanns. -Veo varias espadas en esa esquina, si nos movemos rápido podemos tomarlas y rodearlos.
Gerd.- No me parece mal, aunque también debemos andarnos con ojo con esas dagas

Los hombres de Gerd asintieron y se prepararon para la inminente batalla, cruzaron por la puerta y fueron rápido a por las armas, los bandidos no se esperaban esto por lo que fue fácil rodearles y que se rindiesen con miedo a perder sus vidas. Mientras que los hombres de Gerd mantenían a los bandidos bajo control, Hanns y él subían las escaleras en busca de Amanda.

Bandido - Venga chica no te resistas – Se podía escuchar al hombre hablando en un tono grave con Amanda, el más viejo de los bandidos.
Amanda - ¡Suéltame, suéltame, suéltame! - estaba casi llorando por ello.

Gerd y Hanns interrumpieron, el hombre vio como entraban y Amanda aprovechando la situación le dio un puñetazo para separarlo de su cuerpo, Gerd coloco la espada en el cuello del hombre y este simplemente se rindió.

Hanns - No pude protegeros de ellos, no pude ayudar a mi madre, no pude ayudar a mi padre. Soy una deshonra… - cada vez estaba más cerca de Amanda, ella estaba muy asustada.

Hanns se acerco más hasta darle un abrazo a Amanda, sintiendo una tristeza profunda, Gerd estaba presente viendo la escena. Amanda le cubrió con sus brazos, ella estaba muy asustada, el calor que daba Hanns le conforto haciéndola sentir segura aun con lo que había pasado.

Amanda - No tienes que disculparte, si tu no hubieses estado cuando paso todo, yo hubiese muerto, si tu no hubieses llegado cuando más te necesitaba… - le acariciaba el pelo, como una madre a su hijo, incluso Hanns mancho el vestido hecho trizas de Amanda de sangre.
Gerd - Lamento interrumpir este encuentro, pero tenemos que irnos a un lugar seguro. - Dijo Gerd interrumpiendo la escena y dejando inconsciente al hombre con un puñetazo.
Hanns y Amanda- Si.

Bajaron por las escaleras, los hombres de Gerd estaban esperando, mientras que Samuel y Sarah habían subido del sótano al no escuchar ningún ruido, tenían mucho miedo cogiéndose al brazo de uno de los hombres de Gerd.

Gerd - ¿Los empleados?
Hombre de Gerd - Están allí.
Gerd - Quiero que todos ellos sean evacuados, el norte se ha vuelto un infierno.
Hombres de Gerd- Si señor.

Todos prepararon los carruajes y los caballos, los empleados cogieron también sus cosas y todos subieron a los carruajes, ese fue el momento en el que más tranquilidad hubo en ese viaje. Amanda apoyo la cabeza en el hombro de Hanns mientras el carruaje se ponía en marcha hacia Dun Morogh, algunas veces paraban para comer, pero en carruaje se iba mucho más rápido, entre la preparación y la llegada pasaron unas cuantas horas, momento en el que Sarah, Samuel, Hanns y Amanda pudieron descansar.

El carruaje tuvo que tomar otro camino llegando a Dun Mogr en Humedales, un pueblo cercano a la frontera de Stromgarde que los separaba el puente Thandol. Allí los enanos indicaban a los supervivientes de la plaga el camino hacia Forjaz. Tenían que atravesar Los Humedales, luego pasar por Dun Algaz para llegar a Loch Modan.

Enano - Mejor que os vayáis amigos, esta zona es muy conflictiva – Uno de los enanos encargados de la frontera en estación de Algaz hablo con el representante de la caravana donde estaban todos,
Gerd - Bien, así lo haremos.

Cuando cruzaron vieron la fina capa de nieve, habían muchas caravanas que se dirigían hasta allí, tardaron varias horas por la nieve que no dejaba avanzar a los caballos no acostumbrados a moverse por la nieve. Las puertas de Forjaz eran grandes, el subterráneo estaba más ajetreado ese día y muchos siguientes que llegaban supervivientes de la plaga, esperaron unas horas para subirse en los vagones, Gerd se despidió de sus nuevos amigos y partió al centro de Forjaz donde se apuntaría a la Liga de Expedicionarios. Tras subirse en uno de los vagones, Sarah al ver como era el subterráneo se le puso los pelos de punta, le encantaba la ingeniería y quería aprender como los gnomos hacían de las suyas, después de unos minutos llegarían a Ventormenta.

Hanns - Ya estamos aquí… - bajándose del vagón.
Amanda - Si – mirándole. - Pero, ¿ahora que hacemos?
Capitulo dos: Nueva vida.

Se dirigieron a una de las posadas cercanas al casco antiguo, allí Hanns consiguió trabajo como pelador mientras que Amanda como camarera en una de las posadas, eso no detuvo a Hanns de seguir enseñando a Samuel tiro con arco cuando estuviesen en un tiempo libre. Pasaron meses tranquilos en Ventormenta y se aproximaba el cumpleaños de Sam. Una vez llegado a la casa que lograron comprar con el dinero de los dos trabajos.

Hanns – Entonces Sam, ¿que quieres de regalo?
Samuel – A mi familia de vuelta.
Hanns – Sam…

Samuel estaba roto por dentro, quería a su familia de vuelta pero a la vez sabia que tenia que ser fuerte para que su hermano no se preocupase por él, quería ser útil y proteger a los seres queridos que le quedaban.

Samuel – ¿Que tal una espada?
Hanns – ¿Y eso?
Samuel – Quiero ser de utilidad, quiero aprender a ser caballero para protegeros a Sarah, Amanda y a ti.
Hanns – Esta bien.

Cuando el cumpleaños de Samuel ya estaba a la vuelta de la esquina, Amanda y Hanns desaparecieron, quedando solo Samuel y Sarah que no sabían que hacer, vagaron por las ciudades de Ventormenta tristes y con hambre hasta toparse con un hombre que les cambiaría la vida.

Desconocido – Veo que estáis pasándolo mal, chiquillos.
Samuel – Así es, pero aun así mirare al frente con la cabeza alta y no permitire que nadie haga daño a Sarah.
Desconocido – Oh ya veo, quizás haya encontrado a dos chicos especiales que pueden ser mis aprendices.
Samuel - ¿Aprendices?
Desconocido – Así es.
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El hombre se le podía ver con una barba gris larga y tapando su vista con su capucha, cogió de las manos a Samuel y Sarah, llevándolos hasta lo más profundo de bosque del ocaso. Les enseño a combatir y fue estricto con ellos hasta el punto de no dejarle comer nada a menos de que hiciesen bien algunas de las tareas a las que se tenia que enfrentar un soldado capacitado, pasaron dos años desde que les tomo como aprendices y ahora estaban listos para el siguiente escalón. Les reunió en una sala con velas y runas del vació.

Maestro – Ya estáis preparados.
Sarah - ¿Para que exactamente?
Maestro – Para uniros al vació y usar su poder para proteger a vuestros seres queridos, solo hace falta una cosa más para lograrlo.
Samuel – Estamos listos, maestro.
Maestro – No esperaba menos, el ultimo paso es conseguir la cabeza de un noble que hay por la zona.
Sarah - ¡¿ Cabeza ?!, ¿no se suponía que estamos para proteger?
Maestro – Este hombre hizo tratos con muchas personas que llevarían Ventormenta al caos y la destrucción, estáis haciendo el bien pero no de una forma que comúnmente se ve. - Saco un pergamino con el nombre y boceto del que tenían que asesinar.
Samuel – Si es peligroso para los demás, lo mataremos. - Sam había sido corrompido por las enseñanzas aunque Sarah aun mantenía la inocencia que tuvo el primer día.

Ambos cogieron sus espadas más afiladas y se prepararon para entrar a por la cabeza del noble, cueste lo que cueste.

Guardia uno - ¡Al… Agh…. - Samuel le raja el cuello con su espada antes de que alertase a más.
Sarah – Vamos.

Ambos llegaron hasta la recepción, allí se hacían los cambios de guardia y tuvieron que abrirse paso a través de una matanza de la que ellos salieron ilesos, llegando a la oficina del noble, los estaba esperando.
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Noble – Así que el anciano no puede conmigo y manda a dos personas a matarme.
Samuel – Has cometido crímenes contra Ventormenta y pagaras por ellos.
Noble - ¿Crimenes? Ja, ustedes son los que han cubierto mi salón de sangre de inocentes solo para llegar ante mi, ¿soy yo el criminal o lo sois ustedes?.
Sarah – Sam, tiene razón, tenemos oportunidad de escapar y vivir una vida tranquila. - Bajaba la espada mientras miraba a Samuel, quien aun la tenia preparada para acabar con el noble.
Samuel – Si quieres irte, vete, yo me encargare de él.
Noble – Estoy preparado, a ver que os ha enseñado ese anciano.

Samuel y el noble combatieron, Sarah no podía dejarle solo ya que era la única persona que quedaba en su vida, así que le ayudo contra el noble, pero antes de ser asesinado a manos de Sam, dio un golpe letal que acabaría con su vida.

Samuel – Sarah ha muerto, por tu culpa.. - Cogió al noble del pelo, fue una batalla que dejo a ambos sin aliento y antes de pasar su espada por el cuello dijo – Deja que se cierren tus ojos, ahora que los míos se han abierto.

Samuel tuvo tiempo para decapitar al noble y llevarse la cabeza, guardias de Ventormenta habían llegado a la escena por lo que huyo por la ventana, confundiéndose por la noche, tras llegar al santuario donde su maestro esperaba noticias, tiro la cabeza a sus pies.

Samuel – Han asesinado a Sarah y me las pagaran.
Maestro – Tendrás el poder para vengarte Samuel, siéntate y reza al vació, dale tu vida y él te dará su poder.

El ritual consumió a Samuel, dejándolo con una mentalidad que perduraría mucho tiempo después, siguió asesinando por su maestro e inconscientemente, aumentando el poder del mismo. Pasaron más años de esta forma hasta que Samuel tuviese que matar a alguien que le resultaba familiar, Carl Highlight.

Samuel - ¿por que se le busca?
Maestro – ha traicionado a Ventormenta por poder, hay que purgar a los traidores.
Samuel – Así se hará, maestro.

Fue de camino con las artes del vació ya dominadas a acabar con él, se repetía constantemente que sabia quien era pero no se acordaba, al llegar y enfrentarse cara a cara con él, no pudo hacerlo, algo lo impedía.

Carl - ¿Por que haces esto?
Samuel – Eres un traidor y hay que purgar a los traidores.
Carl - ¿Traidor? Soy noble a Ventormenta y nunca le haría nada que pusiese en riesgo a mi familia… ¿quien eres?
Samuel – Soy las sombras que reside en tus pesadillas.
Carl – Yo soy la luz que las purifica.

Ambos tuvieron una batalla ardua, a Sam nunca se le veía la cara por lo que fácilmente podía ser confundido con otras personas hasta que por un casual lograron verse cara a cara.

Carl – Eres… Sam.
Samuel – ¿Eh? ¿De que me conoces?
Carl – Fui uno de los mejores amigos de tu hermano, te pareces mucho a él.
Samuel – ¿Amigos? - Bajo el arma – No puede ser que un traidor sea amigo de mi hermano, el tenia sentido del honor y no traicionara a nadie.
Carl – Y yo no traicione a nadie, sea quien sea el que te está dando las instrucciones, escapa y vive tu vida.
Samuel – Lo mismo que dijo Sarah.
Carl – Si necesitas ayuda, llamame por este cristal.

Samuel se dio cuenta de lo que estaba haciendo, pasaba de ser una buena persona a querer la destrucción de todo lo que había a su alrededor, por lo que escapo muy lejos, donde su maestro no pudiese buscar, hacia Gilneas.

Capitulo 3: Nuevas experiencias

Samuel aprovecho al no saber nada de Gilneas, tierra que en alguna vez su hermano odiaba, para ir a un baile en traje y así conocer a personas que pudiesen encaminarlo a una vida tranquila, esa noche se presento en la mansión de Cringris en silencio y observando su alrededor, al finalizar la noche estaba evacuando a los civiles de la mansión por un atentado que hubo en el mismo baile que lograron finalizar con éxito.

Siguió su vida y quiso ayudar a los ciudadanos de Gilenas, luego de unos días ayudando a otros recibió una carta de Carl informando que iba a revisar una irregularidades en el vació y que necesitaba su ayuda, fue en camino hasta allá y cuando cruzo el portal vio a martillos crepusculares, muchos, estaban tramando algo y tuvo que pedir ayuda a los mismos que ayudo en algunas ocasiones, estos llegaron y salvaron a Carl de la corrupción que había afectado a fe y su forma de ser, Samuel consumió la corrupción de Carl dejando a este como era antes, pero haciendo que Samuel perdiese cada vez más la cordura, hasta llegar al punto de solo escuchar una y otra vez al vació intentando que matase a sus aliados, al finalizar con las irregularidades, concentro todo esa corrupción, convirtiéndola en un cristal que se purificaría y crearía una espada y le otorgaría a Samuel poderes.

Después de unos días, se presento en su hogar una mujer parecida a Sarah con una voz que cautivo a Samuel, al ver que no tenia lugar donde quedarse, este le dejo quedarse en su casa todo lo que necesitase ya que él no la utilizaba mucho, Samuel se fue enamorando de ella según los días fueron pasando, la corrupción que estaba en su cabeza se hacia casi invisible con ella al lado, pero había un problema, sus sombras la herían.

Recibió otra carta de Carl, esta vez era más urgente que la anterior, un ser estaba corrompiendo a los guardianes, una organización fundada hace siglos para proteger Azeroth de males que no pudiesen ser contenidos por soldados normales, tras acabar con el mal que les asechaba, se mostraron nombrándolos Guardianes y otorgándole el deseo a Samuel de acabar con la corrupción de su mente y convertirse en un paladín de luz.
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Mensaje por Pep8 Dom Dic 31, 2017 2:49 pm

Todos me odian.

Quizás esto es lo que necesito, hablar con un libro que no me puede ignorar, en fin, no les culpo, he sido un imbécil todos estos días, supongo que hablar de otro tema ahora me vendría bien.

He conseguido información de los guardianes en estos días, una sede anterior a lo que hemos visto, parecía como si actuases en otros mundos,-también he logrado rescatar a mi hermano y a Amanda, espero que Carl les consiga algo bueno- la sede parecía tener guardianes no solo de la alianza, también habían hordas, eso me sorprende en parte. Cogí los libros que había allí y encontré esta lengua rara, tratare de imitar el que parece una enciclopedia.

հանրագիտարան

Raro ¿no?, decidí centrarme en eso mientras Agural arreglaba sus temas familiares, aunque yo andaba molesto para ese entonces. En una de las paginas salían grabados de dragones y a Agural le intereso saber de ello. Partimos a Voragnie, donde habíamos estado tiempo atrás para buscar más información, allí busque información sobre posibles guardianes repartidos por los mundos, y había uno en Terrallende, Jeune. Luego pregunte por los dragones, siempre han sido más poderosos que los mortales pero al menos colaboraban con los guardianes, algo es algo. Como no teníamos todo el día, le pedí que me diese el codex, para poder descifrarlo con tiempo, aunque me va a costar.

No se como disculparme con Agural, Zyra, Namera… Supongo que en cualquier momento habremos hecho las paces pero… Ah… Como no se como cerrar esto, supongo que diré adiós.
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