La Orden Umbra

Ascendía por la ladera, utilizando el neblinoso manto de las nubes, para ocultar su decrépita apariencia. Las placas de su armadura resonaban con el compás de su andar mientras caminaba con decisión a sellar el pacto, para terminar la última fase de su involución. Al llegar a una cima apartada, removió su espada de su espalda y la clavó en el suelo. Susurrando así a los vientos la presencia y guía de su maestro, de su señor, La Sombra. Tras unos momentos de susurros implorando la presencia de la entidad, los cielos comenzaron a tornarse negros a su alrededor, un frío comenzaba a recorrer su encorvada y jorobada espalda, y una tenebrosa voz penetrante atravesó su mente. Era él, quien varias lunas atrás había aceptado su alma a cambio de una maldición y su favor.

-Vaya, vaya, vaya... No creí que lo lograrías, Vlad. Eres un monstruo -dijo en un tono de voz burlón y maléfico.
-Pero lo he hecho, no siento el peso de mi maldición, ni del dolor que he de padecer. Pues sirvo a un propósito mayor que la carne -. respondió el ahora decrépito y deplorable Vladimir Strokewill.
-Debes terminar de entregar tu alma a mí Vlad -dijo acercándose a él-. Sólo así sellarás el pacto.
-Te entrego mi alma y mi vida amo -le respondió.
-Ahora gozáis de mi favor, una vez cada ciertas lunas podrás llamarme. Pero todo beneficio tiene un precio -dijo sin dejar de lado su tono maléfico y burlón-. ¿Que piensas hacer con este poder ahora?
-Formaré la orden de Umbra, pues es ésta es la parte más oscura de las sombras. Serviremos y protegeremos su legado, amo.


...Tras varios meses, cuando Vladimir  ya había encontrado un lugar para instaurar el asentamiento de la Orden, Sombra volvió a aparecerse ante él...


-He visto a quienes tienes en la mira -dijo a Vlad- Un nigromante y una ninfómana, a ellos habéis elegido para formar parte del culto. Pero... ¿por qué no lo hacemos más entretenido? Te dejaré opinar, y decirme a quien quieres que doblegue primero.
-El nigromante es inteligente, deberá engañarle de forma astuta para poder sacarle ventaja. Por otro lado la ninfómana a su vez es astuta, pero siente un deseo sin medidas por compañía y calor en sus entrañas, a ella tendrá que ofrecerle eso que más quiere.
-Veo que no eres más que un costal de carne y armadura mortal. Haré las cosas como lo propones, iremos a por la Ninfómana primero, tomaré forma de elfo y devolveré tu forma humana temporalmente. Luego la tomaré a ella.


De forma casi inmediata la humana cedió ante la apariencia tomada por La Sombra, resultando en una consumación que terminaría en la toma del alma de la mujer y en el posterior embarazo víctima. Ahora ella llevaría al heredero de la Sombra en su vientre, un semi-dios para el culto.
Posteriormente la Sombra se dirigió a Orgrimmar para engañar al orco con una treta, ofreciéndole el alma de un nigromante profano a cambio de reliquias y oro. Este al aceptar el alma y tomar la mano de La Sombra para sellar el trato, perdió su alma con el mero contacto, convirtiéndose así en un nuevo ciervo de esta.
Así La Sombra consiguió a sus tres adalides, sus tres campeones, sus tres heraldos de oscuridad. Con el sacrificio de Vladimir y la recompensa de poder obtuvo su lealtad. Luego complaciendo los placeres carnales más íntimos logró saciar y consumir el alma de la joven Dharma. Y finalmente jugando con la avaricia del orco Thazorgos obtuvo la de él. Y así fue como con las bases de poder, sexo y avaricia fueron consumidos los tres, los que ahora conformarían la Trinidad Sombría. Ésta sería invocada luego al templo subterráneo de la Orden para conocerse y repartirse las doctrinas de poder oscuras. Dharma sería la cabeza de la escuela del vacío, manejando las sombras. Thazorgos sería la cabeza de la escuela profana, como nigromante de la Orden. Y Vladimir sería la cabeza de la escuela vil, corriendo por su sangre la ira demoníaca.


"Somos Umbra, somos expiación, somos verdad. Nos inclinamos ante el señor oscuro, agachamos nuestras cabezas ante La Sombra, y purgamos la herejía que practica el infiel"