Syralin Susurro Lunar-Acton

Syralin Susurro Lunar "Acton" ha estado desaparecida por mucho tiempo, alejada por los azares del destino de su padre, el desafortunado Steven Acton "Ragefist" por lo que su crecimiento ha sido cuanto menos interesante, sobre todo debido a la enfermedad que ha llevado de joven y la tenacidad heredada de su padre.

Su infancia fue relativamente feliz, o por lo menos, lo poco que puede recordar mientras vivía con sus padres Neyla Susurro Lunar y el futuramente desafortunado Steven Acton, el Huargen. Tenía pocos amigos en el Bastión de los Plumaluna, poco podía hacer ante ello pues era muy joven y su madre estaba de servicio en la zona, pero de todas formas era feliz.

Hasta la enfermedad que le afectó en su tercer cumpleaños… Esta era una enfermedad que le producía un cansancio repentino ante los trabajos que serían moco de pavo para las personas comunes, al inicio fue peor pues sólo podía dormir debido a que aún era muy joven y poco podía hacer, pero no la dejaban sola pues su madre, incluso en pleno servicio, se aseguraba de su cuidado mientras Steven se encontraba de viaje en busca de algún Alquimista en Tanaris, Gadgetzan (había partido sin demora ni bien apareció la enfermedad.)

Y el culebrón de los Acton no terminó ahí. Los Naga decidieron lanzar un ataque que pareciese planeado hasta el más mínimo detalle pues las Elfas centinelas fueron pilladas desprevenidas, para cuando se enteraron ya era muy tarde pues las fuerzas habían sido diezmadas… Neyla estaba entre ellas.

Su madre había intentado protegerla ni bien escuchó el primer grito, en los tuétanos sabía que este podría ser su último día, le angustiaba no tener cerca a Steven… Pero más aún le angustiaba que su hija no pudiese salvarse, así que huyó con ella lo más lejos que pudo. Fue tenaz, pero desgraciadamente la tenacidad no te hace inmortal, con su último aliento, dejó a Syralin en una balsa improvisada, rumbo a quién sabe dónde… y finalmente cayó.

 A la pequeña encontraron llorando sobre la balsa a medio destruir, fue un milagro que un mercader en uno de sus paseos por fuera de Lor’danel la encontrase realmente. Aquel caballero supo distinguir fácilmente lo que llevaba puesto, un ropaje con una insignia de las Centinelas… y a un lado el nombre entre los ropajes gastados “Syralin”.

Con el paso de los años la joven creció junto a las Elfas Centinelas de Lor’danel, sin embargo, nunca pudo entrenar con ellas debido a que aún portaba aquella insidiosa enfermedad, por lo que se dedicó simple y llanamente a las labores más simples (culebrones domésticos) y así pasó por mucho tiempo, ayudando en aquel enclave alejado en Costa Oscura hasta que otro de los rasgos hereditarios de su padre despertó, el gusto por viajar.

Lastimosamente a pocos lugares pudo ir, apenas fue capaz de visitar Vallefresno y Claro de la Luna debido a su relativa cercanía pues la enfermedad molestaba muchísimo, además, apenas había llegado a aquel santuario druídico su interés por estos caminos nació, por lo que decidió quedarse.

Su instrucción fue pesada cuanto menos, a veces exigía de mucha paciencia y esfuerzo, cosa que no tenía de sobra ni de una ni de la otra, pero su tenacidad siempre era más grande. Ella sentía que era su camino y eso era más que suficiente. Debido a esto fue capaz de aprender lo básico sobre el Druidismo y a entender una de las formas más básicas, la felina y a sanar lo más sencillo.
Era feliz, había por fin conseguido que la Suerte de los Acton le sonriera, pero aún no se sentía completa, no se sentía bien… Tenía dudas. ¿Por qué su padre no la buscó? ¿dónde estaba? ¿algún día verá a su madre de nuevo? ¿O siquiera a su padre? ¿debía estar enojado con él, o entenderlo? Y la más importante ¿debía buscarlo…?

Sólo el destino lo diría.